Al igual que con los animales, mi afición por la fotografía empezó prácticamente sin darme cuenta. Tendría unos 8 años cuando ya cogía la cámara de mis padres, una cámara analógica ahora no recuerdo cual. Poco después compraron una Canon ixus L-1. Más tarde me regaló mi padre una de las 1ª cámaras digitales una BenQ 1500. La siguiente que tuve fue una Polaroid PDC 2070, también digital. Y en la actualidad tengo una Casio Exilim Pro EX–P505.
Me divierte repasar las fotos realizadas en cualquier ocasión, después del tiempo, ahí están, yo veía la posibilidad de hacer una foto y la hacía. La verdad es que las consideraba aceptables y eso me valía. Con el tiempo me di cuenta de que me gustaba hacer fotos a los lugares o cosas que no iba a volver a ver, así cuando llegara a casa tendría la oportunidad de volver a verlos.
Puedo decir que mi afición es producto de herencia familiar, de mis tíos artistas, escritores, pintores, periodistas, fotógrafos, como son José María Pagador Otero y Fernando Pagador Otero.
Donde mas cómoda me sentía y me siento haciendo fotos es en campo abierto, solo hay que andar, como si de un paseo se tratara y de repente tu cabeza empieza a plasmar, gracias al paisaje, lo que posteriormente fotografiarás. Esa sensación de capturar momentos en el tiempo me da tranquilidad por que así hago mío ese instante. Como si pudiera guardarlo eternamente.
El hecho de ver las típicas fotos de salón, grandes, donde se ven los padres el día de su boda, al niño el día de su comunión, la graduación… me indujeron a no dudar de lo que a mi parecer son fotos, y horteradas.
Creo que estaréis conmigo en que la espontaneidad, la naturalidad de un retrato, está por encima de su perfecta técnica. Por ejemplo; un impreso que nos intente enseñar o vender algo, puede ser perfecto técnicamente y no decirnos nada., mientras que otro, simplemente por que tiene gracia, por que esta mejor proyectado o compuesto, si nos llama la intención, aunque en su técnica no este a la altura de el primero.
Volviendo a mi 1ª cámara y que no podía comprarme otra mejor, y tampoco me conformaba, utilizaba otras que mis tíos, mencionados anteriormente, me dejaban por aquello de que me gustaba hacer fotos ¡Y como me gustaba!, me sentía una profesional. Lo cierto es que la diferencia se notaba entre su cámara y la mía, pero con el paso del tiempo comprobé que la fotografía era cuestión de oportunidad y que todo consistía en no dejar pasar las oportunidades que se nos presentan.
jueves, 10 de diciembre de 2009
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